Hoy se cumple 1 año a la fecha del "Universal Confusion", pero es también el primer aniversario de la entrega de corona de la ultima Miss Universo latina: Paulina Vega Dieppa.
Siempre es un misterio saber qué pasa con una mujer luego de tener durante todo un año los ojos del mundo missologo encima para de un momento a otro pasar a ser una Ex. De Paulina se dijo mucho: que le falto estar mas producida, que abusó del look "natural", que era antipática con los medios, etc, etc. El verdadero triunfo de una Miss fue ponerle su sello personal a su reinado, en especial cuando tuvo que vivir el año de transición de dueños donde la agenda real quedó en el aire y fué mas noticia la demanda e insultos del Sr Trump. A pesar de todo, Paulina fué siempre Paulina y ni la fama, ni las criticas, ni los cambios de dueño cambiaron su carácter alegre ni su proyección y seguridad con la cual aun vive su vida.
Asi como nunca le interesó ser Reina y tal vez por ello no asumió el rol de "pageant queen" que algunos le criticaron, tampoco asumió el rol de "actriz" de novelas o figura de la TV hispana de Univision o Telemundo como muchas otras. Ella ha recibido las oportunidades como le han llegado y luego de una temporada re-conectandose con su familia (luego de casi 3 años dedicados a ser Miss) está ahora mas ocupada que nunca. Ademas de ser la cara de marcas como Falabella, BMW y Pantene, acaba de firmar una campaña internacional con Adidas Women que tiene ademas un gran contenido social y humano en el mundo. Su management company es Wanderlust Management y firmó como modelo de Wilhelmina New York. De las muchas fundaciones que apoyó durante su reinado sigue como embajadora de STOP HUNGER NOW que hace parte de la red de la MUO por lo cual sigue muy conectada con P Shugart y Compañía.
Esta es un aparte de su mas reciente entrevista con la Revista Maxim donde habla un poco mas de su primer año como Ex-Miss Universe:
Finalmente lo logramos. Después de unos cinco intentos fallidos conseguimos sentarnos frente a la Miss Universo 2014 (aunque el concurso fue realmente en enero del 2015), la nuestra, la que no ha parado desde que entregó la corona. “¿Siempre estás así de ocupada?”, preguntamos. “Últimamente sí y cada vez se pone peor”, responde de buen humor. Había planeado irse dos semanas para Brasil de vacaciones “y todo se arruinó. Es que van apareciendo cosas de última hora y toca ver cómo las cuadro”. En lugar de descansar en las playas de Río de Janeiro le tocó viajar a Alemania, luego a Uruguay, a Bahamas y después a Brasil (pero a Sao Paulo, no a Río, y a trabajar). “Estoy planeando tomarme unos días y viajar a México, pero no sé si eso pase.
Paulina Vega Dieppa tenía 19 años y planes de convertirse en administradora de empresas cuando a alguien se le ocurrió que debería ser reina. “Yo estaba en primer semestre en la universidad, feliz, empezando una nueva etapa, con nuevos amigos, nuevo estilo de vida, más independencia y, de un momento a otro, me ofrecen ser señorita Atlántico, no tenía ni idea de qué me estaban hablando”.
Alguna idea sí tenía. Desde que era pequeña había escuchado a tías, primas y “amigas de la casa” decir que “esa niña debería ser reina”. En Barranquilla, de donde es oriunda Paulina, como en muchas otras regiones del país, ser la “soberana nacional de la belleza” es un honor que es necesario buscar. Claro, durante mucho tiempo logró hacer como si la cosa no fuera con ella. “En mi vida había visto un reinado completo por televisión, y cuando lo veía era de las que se burlaban de las respuestas de las reinas”.
Hasta que llegó un momento en que no pudo ignorarlo más. “La verdad me sentí un poco presionada por la situación. Creo que si me lo hubieran propuesto un poco mayor a lo mejor hasta habría dicho que no, pero en ese momento no sabía cómo manejarlo, entonces me dejé llevar para ver hasta dónde llegaba la cosa”. La cosa llegó a que Paulina se convirtió en Señorita Atlántico (“Fue un cambio radical en mi vida, empezando porque yo nunca había pisado un gimnasio”) y después en Señorita Colombia y en concursante en Miss Universo. “Estuve asustada desde que llegué hasta que me fui. Fue una mezcla muy rara, porque nunca dejé de estar asustada, pensaba cosas constantemente, dormía muy mal, pero nunca me preocupé por estar arreglada y perfecta todo el tiempo, me apuraba llegar a tiempo a las citas, que me fuera bien en los ensayos o qué iba a responder en la entrevista”.
La entrevista con el jurado, asegura, fue la que le dio la corona (insistimos en que esa sonrisa tuvo mucho que ver). “Hablé después con algunos de ellos y les gustó la forma como me desenvolví y cómo quería dejar claro que era más que una cara bonita y unas medidas”.
Cuerpo, rostro, entrevista, sonrisa. Finalmente se convirtió en Miss Universo. “Aprendí muchísimas cosas, sobre todo de mí, descubrí que el miedo no me paraliza, maduré, viajé, conocí gente alrededor del mundo”. Vivió, asegura, una experiencia única e irrepetible y también un poco rara. “Es algo extraño recorrer el mundo con una banda y una corona representando la ‘belleza universal’, es como estar disfrazada todo el tiempo. Hay momentos en que eres la persona menos importante y nadie te toma en serio y luego eres la más importante, te sientan al lado del presidente de una importante compañía o incluso de un país y tienes que responder las preguntas más particulares, porque por momentos te ven solo como una reina de belleza pero al mismo tiempo quieren que respondas preguntas como un filósofo o un académico”.
Así un año completo de un lado a otro. “Solo trabajo, trabajo y trabajo”. Terminar cada noche sola en algún hotel mientras sus amigos están de fiesta y levantarse cada día tratando de llenar las expectativas de lo que los demás quieren de ella. “Fue una mezcla de muchas cosas, buenas y malas.
Hasta que un día todo terminó. Se puso por última vez la banda y la corona y las entregó a su sucesora (en un primer momento a otra colombiana, que después resultó que no era, pero esa es otra historia), y esa noche, por primera vez desde que fuera elegida Señorita Colombia casi dos años y medio antes, regresó a su cuarto sin tener que pensar en nada más. “Me bajé del escenario, en medio de toda esa locura y no me estaba esperando ninguna chaperona. Llegué al hotel y no había nadie diciéndome lo que tenía que hacer, no tenía que levantarme al otro día a las 5 de la mañana a responder entrevistas o a empacar. Por primera vez entré a mi cuarto y no había nadie molestando, ni poniéndome quejas o preguntándome cosas. Podía hacer lo que quisiera, salir del hotel sin que nadie me dijera nada, irme a cualquier lado sin importar la hora”. Fue liberador.
A partir de ese día, Paulina pensó que el ritmo se reduciría. No pasó. “Me imaginé que después de Miss Universo la cosa iba a estar más calmada, pero se puso peor, la diferencia es que hora soy yo la que tomo las decisiones. Pero me divierto, ya me acostumbré a este estilo de vida y a pasármela en un avión”.
Asegura que, por ahora, no hay un lugar al que llame “hogar”. “No tengo ni idea dónde vivo, me la paso entre Miami, Nueva York y Bogotá, pero en ninguno de los apartamentos tengo sala, no permanezco el tiempo suficiente en ningún sitio como para querer poner un cuadro, ¿para qué voy a decorar si no me mantengo ahí?”
Ella es así. A veces olvida que no es solo “una peladita de 23 años” sino una Miss Universo (la segunda en toda la historia republicana de este país). Algunos no lo olvidan, entre ellos nosotros, que seguimos recordando que estuvimos sentados media hora frente a una de las mujeres más hermosas del mundo, y esa sonrisa.