Blackless Drees
Cuando la revista estadounidense Vogue presentó por primera vez en sus páginas en 1926 el revolucionario vestido negro, acompañado de una ilustración, Coco Chanel lo describió proféticamente como una prenda que se “convertiría en el uniforme de todas las mujeres de buen gusto”. Y tenía razón.
Desde los años 20 hasta la actualidad, el vestido negro se ha consolidado como símbolo de clásico eterno y sinónimo de elegancia que no se desvanece independientemente de las tendencias que van y vienen. Su popularidad en sus primeros y tiernos años estuvo auspiciada por Hollywood, que lo prefería como “uniforme” durante la era del cine en blanco y negro, convirtiendo al elegante vestido negro en sinónimo de actrices que portaban la reputación de femme fatale. La seducción y el buen estilo lo impregnaron en cada centímetro en las décadas siguientes, con especial atención en los años 60, que, en alas de la revolución sexual y la liberación femenina, lo acortaron aún más. Aunque la década comenzó cuando Audrey Hepburn desfiló por la pantalla con un vestido largo negro de Hubert de Givenchy en “Desayuno con diamantes”, llevar el vestido negro ajustado con un collar de perlas se convirtió en sinónimo de glamour intocable.
Desde el momento en que Coco Chanel lo presentó al mundo en los años 20, el eterno vestido se convirtió en un lienzo en el que casi todos los diseñadores querían tejer algo propio. Aunque se ha alejado de sus principios básicos, el vestido negro ha conservado el mismo encanto y la misma nota de seducción que tenía antaño, y nuevas variaciones, como en cada temporada hasta ahora, también adornaron las pasarelas en las colecciones otoño/invierno 2024. Los modelos ultracortos brillaron en las pasarelas de Tom Ford, Schiaparelli, Givenchy, Giambattista Valli o Ferragamo, entre muchos otros, demostrando una vez más que el little black dress es una prenda que funcionará en todas las colecciones y que, en última instancia, también será usada. Aunque los modelos de estos nombres de la moda difieren y cada uno ha aportado su propia visión del icónico vestido, lo que tienen en común es que todos sirven como un buen recordatorio de que el encanto del little black dress no se desvanece y que siempre volveremos a él, precisamente porque es tan atemporal y versátil.