Mejora tus habilidades para escuchar música como una práctica de atención plena alternativa.
La música es como un compañero de viaje que guía al oyente a través de cada momento.
Escuchar música clásica mantiene la mente atenta, con pensamientos, anticipación y recompensas sensoriales.
La atención plena mejora nuestra capacidad para conceptos complejos y la inmunidad a las interrupciones.
Con la escucha consciente, la música clásica ofrece una amplia gama de posibles capas de experiencias.
Cuando escuchas el término “música clásica”, ¿piensas en una radio tranquila e inofensiva o en pasiones viscerales que resuenan en tu alma? ¿Asocias la práctica del piano con la “disciplina” o la “solución innovadora de problemas”? Como concertista de piano y educadora musical, ayudo a las personas a cobrar vida con una “escucha consciente” de música clásica que está lista para asociaciones divertidas y creativas.
El primer paso para una experiencia de escucha consciente es aprender a ser consciente: estar completamente atento en el momento. Ser consciente es más que dejar que el sonido nos inunde. Se trata de abrirnos al panorama general con una mente libre de juicios. Ya sea en una sinfonía o en una conversación, esta práctica nos da más opciones sobre cuándo y cómo respondemos. Nos permite reducir la velocidad y notar más detalles o no sentir presión para dar una respuesta en absoluto.
Esto contrasta con la concentración, que es la habilidad de poner toda nuestra atención en una cosa.
A largo plazo, la atención plena nos permite mejorar nuestra capacidad para conceptos complejos y resolver problemas, lo que a su vez conduce a un mejor juicio y a mejores decisiones. He descubierto que la atención plena mejora y crece a medida que los oyentes se vuelven más conscientes de su respiración, de sus emociones y de la belleza y la maravilla de la música.
Encontrar la atención plena en lo cotidiano no siempre es fácil. Cuando un miembro del público susurra en voz alta o pasa las páginas de un libreto durante una actuación en directo, puede descolocar a los músicos y frustrar a otros miembros del público. La contaminación acústica y las redes sociales también crean una perturbación subyacente a nuestra capacidad auditiva que puede amenazar nuestra salud, aumentando progresivamente nuestra ansiedad y desconexión emocional.
Los oyentes conscientes pueden aumentar su inmunidad interna a estas amenazas e interrupciones, aprendiendo a aceptar y gestionar las distracciones. Nos acercamos y nos alejamos entre la atención plena y la concentración y nos adaptamos al momento. Cuando una mujer muy ruidosa que vendía envoltorios de caramelos amenazó con interrumpir un recital hace poco, mi alumna informó después con entusiasmo que pudo responder alejando la vista del panorama general en lugar de centrarse en él y empeorarlo.
En mis propias actuaciones, la atención plena ocupa un lugar central. Cada concierto está determinado por la energía del público y la acústica de la sala. La emoción de anticipar frases, navegar por una variedad de texturas y aceptar sorpresas dinámicas crea momentos de atención plena pura para mí y mis oyentes.
El trabajo de respiración es uno de los métodos más comunes para cultivar la atención plena. Pero esa coordinación de músculos y sensaciones puede ser un desafío sin un paso intermedio. Una mejor manera de comenzar es involucrarse emocionalmente primero con música rica. Luego, permitir que el flujo de energía genere tensión y liberación, creando anticipación y luego satisfaciéndola, incitando inherentemente inhalaciones y exhalaciones después de varias escuchas.
Esto es exactamente lo que hace escuchar armonía musical. Los acordes en una progresión armónica crean tensión y liberación en un flujo de energía al aumentar y luego resolver disonancias. Las investigaciones muestran que el placer musical surge de la interacción entre nuestra anticipación del sonido que se aproxima a través de nuestro sistema de recompensa y el sonido agradable en sí. Sentir el paso del tiempo a medida que nos acercamos a un momento de llegada [TB1] aumenta nuestra atención plena.
Olvídate de la tranquila “música de masajes”. Intenta seguir las múltiples voces de las composiciones de J.S. Bach que inspiran calma mental y claridad a través de la forma en que interactúan y responden entre sí. O siente la tensión visceral y los patrones de liberación en las armonías de Sergei Rachmaninoff. La música clásica, con sus capas e interacción de voces, exige un mayor nivel de conciencia y ofrece recompensas más ricas. Entonces, el ruido circundante se desvanece.
Para algunos, escuchar música puede sentirse como tener un compañero en un viaje que te guía a través de cada momento de atención plena. Seguir una línea melódica es una forma más gratificante de mantenerte concentrado que simplemente pensar: “¡Debo vaciar mis pensamientos!”. Mis estudiantes descubren que es más fácil volverse conscientes cuando se concentran en el arco de la música en lugar de tratar de concentrarse en un vacío de silencio.
Los oyentes de música de cualquier nivel de formación pueden comenzar fácilmente a trabajar en la atención plena. Cuanto más se escucha una pieza, más capas de detalles se presentan y más se disfruta.
Este enfoque de la escucha no solo aumenta la alegría, sino que también fomenta la confianza, la relajación y la presencia de mis alumnos en la vida cotidiana. La escucha consciente no solo mejora nuestra capacidad de percibir el placer de la música y participar en conversaciones, sino también nuestra capacidad de conectarnos dentro de organizaciones y comunidades. En la sala de conciertos, la sala de juntas o incluso en una reunión informal, escuchar bien nos hace sentir que somos importantes.
https://www.psychologytoday.com/es/blog/los-beneficios-inesperados-de-la-musica-clasica