.......Las crisis de identidad en los adultos son muy frecuentes. Las relaciones de pareja y el trabajo suelen ser los factores que más desencadenan esta realidad psicológica. Descubre qué herramientas pueden ayudarte.
Las crisis de identidad no aparecen solo durante la adolescencia. Toda vivencia estresante, trauma o cambio inesperado puede poner en jaque el modo en que te ves. Son momentos en que, de entre las grietas del desconcierto, surgen las dudas, la vulnerabilidad, la sensación de vacío y el autocuestionamiento. Y sí, dichas experiencias pueden ser muy aterradoras.
Ahora bien, si estás pasando por esto, te aconsejamos observar con paciencia, empatía y compasión a esa persona especial que cada día se refleja en tu espejo. Dichos instantes también tienen su finalidad, y es la de dar forma a una versión más auténtica de ti. Es momento de reflexionar, de trazar nuevos propósitos y practicar el diálogo interno. Te explicamos cómo, a continuación.
¿Qué es y cómo reconocer una crisis de identidad?
La crisis de identidad es un estado de confusión, dudas e incertidumbre sobre el sentido del «yo». Es una situación en la cual las propias creencias, tus valores y los roles que desempeñas se ponen en tela de juicio. Así, las preguntas más comunes que suelen navegar en tu mente pueden ser: «¿De verdad tiene sentido todo lo que hago?». «¿Quién soy realmente para mí y los demás?»…
Por otro lado, lo llamativo de estas realidades psicológicas es que se sufren en silencio. Nuestra sociedad nos quiere seguros de nosotros mismos, resolutivos, productivos y exitosos. Quien demuestra inseguridades o conflictos internos se le etiqueta de débil o falible. Sin embargo, estos procesos son muy recurrentes en el ser humano. Estas serían las características asociadas.
Inseguridad y falta de dirección
Una de las figuras más destacadas en el estudio de esta área fue el psicoanalista Erik Erikson. En su libro Identidad y ciclo vital (1959), desgrana la complejidad de esta realidad que, según él, define uno de los conflictos más importantes por los que transita el ser humano. Una de las principales dificultades reside en no tener claro hacia dónde dirigir tu vida.
Lo más frecuente es una sensación de estancamiento inexplicable. Tu mente está atascada en la incertidumbre constante sobre tu futuro y en no saber cuáles metas son las que te motivan. Sin entender cómo todo tu ser está como encallado en una dimensión vacía, donde te cuesta reconocerte y las dudas nunca terminan.
Confusión sobre el sentido del yo
Pocas vivencias son más perturbadoras como no saber quién eres en este momento de tu vida. Tal percepción se acompaña de emociones difíciles como el miedo, la angustia, la ansiedad… Todas las creencias y valores que hasta no hace mucho te definían, ahora ya no tienen sentido.
Por otro lado, también puedes sentir que no encajas en los roles, tareas o incluso en determinados grupos sociales que hasta hace poco te hacían feliz. Ahora ya no te identificas con muchas de esas parcelas de tu existencia y esto resulta tan extraño como estresante a la vez.
Conflicto entre expectativas externas e internas
Para entender y reconocer una crisis de identidad, es esencial poner la mirada en el entorno. Esta experiencia psicológica aparece cuando las expectativas sociales (familia, trabajo, cultura) chocan con los propios deseos y necesidades. Hay una disonancia, sientes que no encajas, que hay algo que falla y esto te aboca al sufrimiento.
Ansiedad y estrés
Estas experiencias tan delicadas y desafiantes suelen acompañarse, con frecuencia, de emociones fluctuantes e intensas difíciles de entender y, por supuesto, regular. Las características que definen tales desajustes son las siguientes:
Cambios bruscos de humor: es habitual oscilar entre la esperanza y la desesperanza en un mismo día. Es como vivir en una noria emocional en la que dichas subidas y bajadas generan una gran confusión. Es como si no tuvieras el control de tu propia persona.
Sentimientos de vacío: esta sensación es sin duda la más definitoria de una crisis de identidad. La razón de que aparezca se vincula a la falta de propósito, a creer que nada tiene sentido… Todo ello puede derivar en tristeza persistente, en ansiedad o incluso síntomas depresivos.
Autoimagen difusa
Durante una crisis de identidad, la percepción de uno mismo se vuelve muy inestable y eso nos acercaría a un precipicio peligroso. Esa acumulación de vacíos, inseguridades y emociones difíciles podría acabar en un trastorno depresivo. Un trabajo divulgado en Frontiers in Psychology señala la asociación entre la identidad negativa de uno mismo y la propia depresión. Se distingue por lo siguiente:
Aparecen cambios en la autopercepción: como señalamos, la persona puede experimentar fluctuaciones en cómo se ve a sí misma, cambiando entre sensaciones de éxito y una percepción de inutilidad o fracaso.
Conflictos entre diferentes roles: es frecuente sentirse dividido entre diferentes facetas de la vida (por ejemplo, entre lo que quieres ser y lo que crees que deberías ser). Todo ello alimenta la incertidumbre sobre tu verdadera identidad.
Cambios bruscos en el comportamiento
Algunas personas reaccionan de manera impulsiva cuando lidian con este tipo de crisis. Hay quien toma decisiones repentinas como cambiar de carrera, mudarse o terminar relaciones en un intento de encontrar claridad. Todo ello llevaría a caminos o nuevas realidades de las que se puede arrepentir después.
Aislamiento y búsqueda de soledad
El sentimiento de no saber con claridad quién eres, qué quieres o a dónde perteneces puede llevarte al aislamiento. En estos casos, te acompaña incluso la sensación de que nadie puede entenderte. Ves a los demás con sus actitudes resolutivas y tan seguros de sí mismos que te desconcierta y, a la vez, incrementa tu necesidad de estar en soledad.
Tipologías de crisis de identidad
Si hay un aspecto que necesitamos como personas, es tener muy clara nuestra autodefinición psicosocial. Vivimos en escenarios muy complejos en los que debemos adaptarnos cumpliendo varios roles o facetas. No obstante, a medida que maduramos, nuestros contextos y necesidades también varían, lo cual nos conduce a sufrir estas crisis de identidad tan frecuentes.
Asimismo, es importante saber que no hay una duración estipulada al respecto de estas etapas y reconstrucción del yo. Cada persona necesita su tiempo, pero si ese ajuste, lejos de producirse, abre aún más la brecha de la duda y el sufrimiento psicológico, lo ideal es solicitar ayuda especializada. Veamos, no obstante, qué tipos de crisis suelen darse a lo largo del ciclo vital.
Crisis de identidad en la adolescencia (y un poco más allá)
Por excelencia, la crisis de identidad aparece sin duda entre los 10 y los 19 años. Debido a la complejidad de nuestra sociedad, esta también suele alargarse hasta el colectivo de los adultos jóvenes, tal y como matizan en Journal of Applied Developmental Psychology. Las dificultades actuales del mercado laboral, afectan a este sector poblacional.
Características: es una de las crisis más comunes, ya que la adolescencia (y ahora la primera juventud) son una etapa clave en el desarrollo de la identidad. Durante este período, los jóvenes exploran distintos roles sociales, valores y creencias en un intento de descubrir quiénes son.
Preguntas clave: «¿Qué quiero hacer con mi vida?». «¿Quién quiero ser?». «¿A qué grupo social pertenezco?».
Conflictos comunes: la presión familiar, los amigos y la sociedad para definir una identidad (personal, sexual, profesional) puede ser abrumadora.
Crisis de identidad profesional
La crisis de identidad profesional surge en cualquier periodo previo a la adultez avanzada. No importa que tengas 20, 30 o 50 años. El trabajo define una parte significativa de la persona que crees ser y esto es problemático a veces. La pérdida del empleo o la aparición de nuevos intereses te aboca a tener que transitar periodos complejos de autoconstrucción.
Características: ocurre cuando una persona duda de su identidad en relación con su carrera o trabajo. Puede surgir después de largos años en una profesión o durante transiciones importantes, como un ascenso, desempleo o el cambio de carrera.
Preguntas clave: «¿Este trabajo me define?». «¿Es esto lo que quiero hacer el resto de mi vida?». «¿Estoy realizando mi verdadero potencial?».
Conflictos comunes: sentimientos de frustración, desilusión o falta de satisfacción en el trabajo, que pueden llevar a replantearse el propósito profesional.
Crisis de identidad de género o sexual
Esta ocurre cuando se experimenta una profunda confusión en relación con la propia identidad de género u orientación sexual. Estos conflictos se manifiestan en cualquier etapa de la vida, aunque eso sí, suelen ser más comunes durante la adolescencia y la adultez temprana.
Características: es una crisis referente a la exploración o incertidumbre acerca de la identidad de género o la orientación sexual. Las personas sienten que su identidad no se alinea con las normas sociales o biológicas impuestas.
Preguntas clave: «¿Quién soy en términos de género?». «¿Cuál es mi orientación sexual?». «¿Estoy viviendo de acuerdo con mi identidad auténtica?».
Conflictos comunes: puede haber un conflicto entre la identidad interna y las expectativas sociales, familiares o culturales, hasta el punto de generar un gran estrés emocional o ansiedad.
Crisis de identidad cultural
Migración, contacto con diferentes culturas, cambios en el entorno social, tensiones entre las tradiciones y la modernidad… Esta tipología es otra realidad silenciada de la que poco se habla, pero es muy recurrente. La identidad cultural es un aspecto sensible, que abarca desde las creencias, valores y costumbres, hasta el idioma. Todo ello es susceptible de una crisis personal.
Características: se desarrolla cuando te sientes dividido/a entre diferentes identidades culturales, sobre todo en contextos migratorios o globalizados. Puede surgir cuando todo tu imaginario sociocultural entra en conflicto al chocar contra otro.
Preguntas clave: «¿A dónde pertenezco?». «¿Cuál es mi identidad cultural?». «¿Puedo reconciliar mi herencia cultural con la sociedad en la que vivo?».
Conflictos comunes: te percibes como un extraño/a en ambas culturas y, lo que es peor, sientes que ninguna te acepta o comprende.
Crisis de identidad en la mediana edad
Es un período de transición emocional y psicológica que suele atravesarse entre los 40 y los 60 años. No obstante, tengamos siempre en cuenta que no es algo normativo.
Características: se la conoce como «crisis de la mediana edad» y es un instante en el que comienzas a cuestionar tus logros, las decisiones tomadas hasta el momento e incluso el sentido general de la vida.
Preguntas clave: «¿He cumplido con mis metas?». «¿Es esto todo lo que quiero de la vida?». «¿Debo hacer cambios drásticos antes de que sea demasiado tarde?».
Conflictos comunes: el deseo de cambio puede llevar a decisiones impulsivas, dejar el trabajo, romper amistades o relaciones de pareja, irte a vivir a otro lugar, etc. Todo ello lo haces por un sentido renovado de propósito.
Crisis de identidad en la tercera edad
La tercera edad es un periodo muy delicado a todos los niveles. No solo está marcado por la jubilación o el cambio de roles sociales, también aparece la pérdida de algunos seres queridos, el deterioro de la salud física y mental y una mayor conciencia de la mortalidad. Nada es tan entendible como lidiar con una crisis personal.
Características: en esta etapa, las personas suelen experimentar una redefinición de su identidad debido a grandes cambios, para los cuales no siempre se está preparado. A veces, desde afuera podemos asumir que algo como la jubilación debería ser muy positivo. Pero no todos lo viven de igual manera. Hay quien experimenta sentimientos de inutilidad.
Preguntas clave: «¿Quién soy ahora que ya no trabajo?». «¿Todavía soy útil?». «¿Cuál es mi legado?».
Conflictos comunes: la falta de propósito, la soledad y la dificultad para adaptarse a una nueva vida sin las responsabilidades profesionales o familiares anteriores.
Crisis de identidad existencial
Si te preguntas qué es y cómo reconocer una crisis de identidad, una de sus esferas más características son los problemas existenciales. Es un estado de duda profunda y angustia en el que una persona cuestiona sus significados, el propósito y el valor de su vida.
Características: esta tipología puede ocurrir en cualquier etapa, pero suele intensificarse en momentos de pérdida, fracaso o cambios significativos.
Preguntas clave: «¿Cuál es el propósito de la vida?». «¿Tiene sentido lo que hago?». «¿Cómo encajo en el universo?».
Conflictos comunes: pueden surgir sentimientos de vacío, desesperanza o nihilismo al no encontrar respuestas claras a las preguntas existenciales.
¿Cómo manejar estas situaciones?
La mayoría de las veces podrás manejar los desafíos de las crisis de identidad por ti mismo/a. Para ello, debes situar la mirada hacia el interior y conectar con tus auténticas necesidades. Normalizar este proceso y propiciar los cambios que mereces en esa nueva etapa vital, serán tus mejores herramientas. Toma nota de algunos consejos básicos.
Aceptar ese momento vital
Permítete el tiempo necesario: afrontar esta realidad psicológica no es un paso rápido. Date tiempo para explorar y no te apresures en encontrar respuestas definitivas. Apóyate en figuras de confianza.
Normaliza la confusión: es importante entender que la confusión asociada a las crisis de identidad es comprensible y respetable. De hecho, es parte del proceso. Asume, además, que no tener todas las respuestas en este momento está bien, y que esos instantes se alzan como una oportunidad para el crecimiento.
Reformular para reencontrarte
Hay una estrategia mental que te puede ser de gran utilidad. Consiste en reformularte, en dejar de poner la atención en lo externo (soy mi puesto de trabajo) para adoptar una perspectiva interna (soy lo que me inspira, lo que me apasiona y hace sentir bien). Explora la persona que eres desde tus inquietudes y pasiones, y no tanto desde convencionalismos sociales.
Experimentar la autoexploración consciente
Haz preguntas importantes: indaga qué es lo que quieres y qué te hace sentir realizado/a. Todo ello te ayudará a despejar las dudas sobre quién eres y lo que valoras.
Escribe un diario: llevar un registro de tus pensamientos y sentimientos puede ser útil para reconocer patrones, emociones recurrentes y áreas de tu vida en la que sientes cierta desconexión.
Reflexiona sobre tus valores y creencias: haz un esfuerzo por identificar cuáles aspectos de tu vida te resultan importantes y auténticos, y cuáles son impuestos o influenciados por los demás.
Explorar nuevas experiencias y otras metas
Evalúa tus metas actuales: revisa si las metas que estableciste para ti siguen siendo relevantes o si necesitas modificarlas para alinearlas con tu identidad actual.
Establece pequeños objetivos: comienza con metas pequeñas y alcanzables que te ayuden a sentir un mayor control de tu vida y te proporcionen, además, una dirección clara.
Salir de la zona de confort: la crisis puede ser una señal de que necesitas cambios. Desafiarte a ti para experimentar cosas fuera de tu rutina habitual, puede proporcionarte un sentido renovado de propósito. Inténtalo.
Prueba cosas nuevas: durante una crisis de identidad es bueno explorar nuevas aficiones, actividades o campos de estudio. Todo ello abre las puertas a pasiones renovadas y aspectos de ti que no habías considerado.
Practicar el autocuidado y mindfulness
Cuidar de tu bienestar físico y mental: actividades como el ejercicio físico, la meditación y mantener una dieta equilibrada reducen el estrés y mejoran tu claridad mental durante la crisis.
Mindfulness y autoaceptación: practicar mindfulness contribuye a estar presente y observar tus pensamientos y emociones sin juzgarlos. Además, aprenderás a mirarte con mayor compasión y aceptación en el momento actual. Si puedes adaptarte a esta técnica encontrarás notables beneficios.
¿Cuándo pedir ayuda psicológica?
Es cierto que una crisis de identidad suele ser un proceso natural en el ser humano que da paso a una nueva etapa vital. Ahora bien, en ocasiones, puedes derivar en estados un poco más complejos e incluso patológicos. No te preocupes, es muy común solicitar ayuda especializada en estos momentos. Lo más decisivo es saber qué señales deben convencerte de que necesitas dar el paso:
Ideación suicida.
Ansiedad elevada.
Estrés persistente.
Sensación de estancamiento.
Sentimientos de desesperanza.
Problemas para tomar decisiones.
Sensación de inutilidad continuada.
Tu salud física también se ve afectada.
Conducta muy impulsiva o cambios drásticos en el comportamiento.
¿Qué terapias son útiles?
Cuando lidies con una crisis personal, busca a un profesional especializado. Lo más decisivo es recibir un buen diagnóstico. Muchas veces, tras estas realidades, existen problemas latentes como traumas o depresiones encubiertas. Ahora bien, recuerda que la terapia psicológica puede ayudarte. Es un espacio seguro donde aprenderás valiosos recursos para mejorar. Te listamos los enfoques más útiles en estos casos:
Terapia existencial: se centra en ayudarte a encontrar significado y propósito en medio de la incertidumbre o la confusión sobre tu identidad. Esta terapia explora cuestiones fundamentales como el propósito de la vida, la libertad personal, la muerte y la responsabilidad, etc.
Terapia humanista o centrada en el cliente de Carl Rogers: es un enfoque que enfatiza la autoexploración y la autoaceptación. Esta terapia se basa en la premisa de que todos los individuos tienen un potencial innato para el crecimiento y la autorrealización. Te guiará para explorar tus necesidades, valores y propósitos sin temor al juicio.
Mirar hacia dentro para reformularte
En el viaje de la vida te encontrarás con grandes cambios, decepciones, oportunidades, traiciones, descubrimientos… Todos esos eventos actuarán como cinceles en tu identidad. Te obligarán a variar ciertos valores para crear nuevas narrativas internas y realizar transformaciones en tus propósitos. Todo ello, lejos de ser patológico, es necesario y saludable.
No temas la llegada de estas crisis. Los ajustes en tus propósitos y pensamientos facilitan esas transiciones que dan paso a nuevas etapas existenciales. Este proceso será más fácil si lo haces de manera reflexiva, compasiva y conectando siempre con tus necesidades internas y no con las presiones externas. Asimismo, no dudes en solicitar ayuda si lo necesitas.
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